La conclusión general –y más alentadora– de este estudio local sobre la formulación rusa –creada en el laboratorio Gamaleya de ese país y que pronto comenzará a elaborarse en Argentina– es que la misma produjo una respuesta inmunológica muy importante “en el 98,7 % de la población analizada”.
Eso sucedió “independientemente de las dosis recibidas y de los días transcurridos desde la aplicación de las mismas”, explicaron los investigadores.
Técnicamente, los responsables del estudio rosarino sostienen haber evidenciado “una respuesta humoral robusta”. La respuesta humoral es una de las formas en las que el sistema inmune se comporta y produce anticuerpos específicos que protegen contra la enfermedad tras la inoculación, en este caso los anticuerpos específicos anti-Spike, anti-proteína S, del virus SARS-CoV-2 que produce COVID-19.
El grupo poblacional, o cohorte estudiada, de 1.121 personas se conformó con trabajadores y trabajadoras de la salud, concretamente del Hospital Provincial del Centenario de Rosario, que recibieron una o dos dosis de Sputnik V en el período de febrero a mayo de 2021.
Al respecto, la doctora Ana Laura Cavatorta, viróloga, investigadora de Conicet, responsable científica de la Unidad de Diagnóstico de COVID-19 del Centro de Tecnología en Salud Pública (CTSP) –que depende del hospital Centenario y de la FBIOyF-UNR– precisó que “999 de estos individuos habían recibido dos dosis de Sputnik V, mientras que 122 solo una” al momento del análisis.
En relación al proceso de estudio, Cavatorta prosiguió explicando que “se tomaron muestras de sangre que fueron analizadas con el test CovidAR IgG –para la detección cualitativa y semicuantitativa de anticuerpos específicos anti-Spike antiproteína S– del virus SARS-CoV-2; un desarrollo nacional del CONICET, la Fundación Instituto Leloir, la Universidad de San Martín y Laboratorio Lemos S.R.L”.
Asimismo –profundizó la viróloga rosarina–, cada voluntario completó un cuestionario de formato digital, a modo de consentimiento informado y relacionado a antecedentes epidemiológicos y de vacunación de COVID-19.
Tras el análisis de los datos se arribó, también, a otras conclusiones alentadoras: “Los anticuerpos específicos IgG antiproteína S de SARS-CoV 2 se incrementaron al 99,9 % en el caso de aquellos que recibieron los dos componentes de la vacuna (es decir, las dos dosis) y fueron testeados luego de, al menos, 14 días de haber recibida la segunda dosis”, destacó Cavatorta, también docente de la FBIOyF-UNR (Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario).
Otro resultado relevante que arroja la investigación es que “si bien la respuesta inmune desarrollada es importante aún con una sola dosis entre quienes no estuvieron expuestos al virus, una segunda dosis incrementa el porcentaje de respuesta en la población y multiplica los niveles de anticuerpos observados de manera significativa”.
Lo anterior, “permite recomendar la aplicación de la segunda dosis en ese grupo. Y fundamentalmente priorizando los grupos de mayor riesgo como los adultos mayores”, sintetizó la científica.
Gestionar un bien escaso en momentos críticos
Cavatorta –responsable del trabajo que realizó junto a renombrados especialistas– consideró que otro aporte del mismo es que puede mejorar la planificación y gestión de las estrategias de inoculación, conforme la evidencia científica que aporta “la información local"; en un contexto mundial en el que las vacunas contra el Coronavirus son uno de los bienes “más demandados” y de desigual distribución.
Esta certeza no se basa en una especulación, opinión o expresión de deseos, sino en los diversos hallazgos que se desprenden de la investigación.
Por caso, “del análisis de los 1.121 casos se desprende además que quienes tuvieron diagnóstico previo de COVID-19 (cursaron la enfermedad), con una sola dosis de Sputnik, desarrollaron niveles de anticuerpos iguales o superiores a quienes no lo tuvieron y recibieron las dos dosis. Esto es importante porque en contextos de escasez de vacunas permite una mayor planificación y mejor distribución de las dosis que van entrando al país”, enfatizó la científica rosarina
Y agregó Cavatorta: “Esto podría permitirnos diferir y posponer la aplicación del segundo componente en alguna población específica. ¿Por qué? Porque coincidiendo con otras investigaciones, incluso nacionales, la que realizamos en el (Hospital) Centenario muestra que ya con una dosis del primer componente la respuesta inmunológica es muy robusta. Esta observación –reitero– se formula en el contexto de pandemia en donde el acceso está muy limitado por la demanda mundial”.
“Y fundamentalmente recordando que la vacuna solo reduce significativamente la hospitalización, las complicaciones y la muerte, pero no evita ni la infección ni la transmisión de la enfermedad a otras personas. El cuidado personal debe ser el mismo que si no estuviésemos vacunados”, completó la científica rosarina.
Observar los anticuerpos en el tiempo
Otro aspecto fundamental del estudio rosarino es que el equipo de profesionales realizará una segunda evaluación a los seis meses de recibida la segunda dosis, con el objetivo de observar de qué forma se mantienen los anticuerpos en el tiempo.
“Lo que hicimos fue una fotografía de la respuesta humoral, que es la que se genera a través de los anticuerpos pero hay otra rama que es la memoria inmunológica, la que se genera a nivel de las células y se va a mantener en el tiempo”, explicó en relación a ello Cavatorta.
Y resaltó: “La plataforma para analizar inmunidad celular es fundamental para observar las respuestas a largo plazo”
El resultado de un trabajo en equipo
El estudio fue realizado bajo la coordinación de la doctora Ana Laura Cavatorta, Investigadora del IBR-Conicet, del área de Virología de la FBIOyF-UNR, e integrante del Comité de Control de infecciones del Hospital Provincial del Centenario de Rosario.
Por los bioquímicos: Julián Acosta, becario doctoral del IBR-Conicet, FBIOyF-UNR, e integrante del Comité de Control de infecciones del Centenario; Miguel Taborda (Jefe de Servicio del Área de Virología-FBIOyF-UNR, del Hospital); y por Eduardo Codino, integrante del Centro de Tecnología Salud Pública-CTSP, de la FBIOyF-UNR, y del Hospital Provincial del Centenario.
También, por el Lic. en Enfermería Miguel Liernur, Integrante del Comité de Control de infecciones del mencionado hospital.
El aporte desde la ciencias sociales vino de la mano de Virginia Stradolini, Lic. en Ciencias Políticas y secretaria de Comunicación Institucional del Hospital Provincial del Centenario.
Por último pero no menos importante, fue y es fundamental el trabajo de las médicas infectólogas Gilda Tamagno, directora del Comité de Control de infecciones del Centenario; Celina Radicce, integrante de ese mismo Comité; y por la médica residente de Infectología Vanesa Campana, también miembro del Comité de Control de infecciones del hospital Centenario de Rosario.