20 de septiembre de 2019

EL SÁBADO SE CELEBRA PERO EL EQUINOCCIO DE PRIMAVERA LLEGA EL LUNES


El equinoccio es ese momento del año en el cual el Sol se encuentra sobre la línea del Ecuador. En ese momento, la duración del día y la noche es la misma en todo el planeta Tierra, en ambos hemisferios, excepto en los polos. Entre el 22 y 23 de septiembre tenemos un punto de equilibrio, que marca el inicio de la primavera en nuestro hemisferio sur y del otoño, en el norte. De la misma manera, entre el 20 y 21 de marzo comienza, en el sur, el otoño, y en el norte, la primavera.

Aunque los calendarios señalan que los festejos (la primavera, el Día del Estudiante) son el 21 de septiembre, la astronomía señala el momento preciso. Este año 2019 el equinoccio de primavera ocurrirá el 23 de septiembre a las 4.50 de la mañana (hora argentina) para todo el planeta. Ese día -y a esa hora de referencia en Argentina-, el Sol se encontrará en su cénit, en el punto más alto desde nuestra observación, y por eso podrá alumbrar equitativamente ambas mitades de la Tierra.

Para entender por qué se dan las estaciones hay que tener en cuenta que la causa principal de éstas es la inclinación del eje terrestre. Esa inclinación hace que por temporadas sean más largas las noches en un hemisferio y más cortas en otro, y que, cuando en uno es verano, en el otro es invierno.

Los equinoccios coinciden con dos grandes momentos de la rueda zodiacal, y por eso han tenido mucha resonancia con rituales ancestrales, con celebraciones de siembras y cosechas, con nuevos comienzos e iniciaciones. Se trata de un corte en el ciclo, de un cambio, de una limpieza energética, de una puerta a otro momento del tiempo, que viene acompañada de cambios climáticos y orgánicos. Junto con los solsticios (los puntos donde el día o la noche son más largos, verano e invierno), despiertan todo tipo de fantasías mágicas en el inconsciente colectivo: apertura de portales, iniciaciones, nuevas oportunidades, expansiones y retracciones; todos movimientos necesarios para que el ciclo de la vida continúe. Porque no existen las eternas primaveras, ni los inviernos perpetuos, por suerte.

El 23 de septiembre coincide con el punto inicial, el grado cero de Libra, que tiene como símbolo la balanza. (Así como el 21 de marzo inicia Aries, el carnero.) Ambos son signos de cambios, los llamados "cardinales" para la astrología, allí donde la vida se abre para que ingrese la luz y pueden pasar dos cosas: un comienzo o un redireccionamiento de la energía y de la perspectiva. El punto equinoccial de Libra del 23 de septiembre es un medio giro del tiempo que nos permite, justamente, observar las circunstancias que nos rodean.

Coincide este momento astrológico con que Saturno y Júpiter ya estarán directos en sus trayectorias orbitales; el tiempo, las decisiones, los movimientos se ponen en marcha, para buscar con la suavidad venusina el equilibrio adecuado que nos lleve a ese lugar deseado. También se da este año con la luna en Cáncer cerca del nodo norte, que mueve mucha energía femenina y de cuidado, replanteando muchos temas familiares y de afecto, y con Júpiter y Neptuno en cuadratura, estirando nuestras creencias y valores, mostrando confusiones o desencanto con algunas personas. El amor, Venus en Libra, madurando y reestructurándose en una cuadratura con Saturno, para apostar a tener charlas profundas y comprometidas, que midan dos puntos de vista sobre un mismo asunto.