El local ganó 2 a 0 con goles de Gabriel Jesús y
Firmino. La Selección tuvo su mejor actuación en la Copa América, pero no le
alcanzó para derribar al anfitrión. Jugará por el tercer puesto.
Argentina y Messi y jugaron su mejor partido en la
Copa América pero no fue suficiente contra la eficacia de Brasil. Leo y el Kun
Agüero reventaron los palos y ni así se dio. Fue 2-0 con goles de
Jesús y Firmino.
Brasil salió decidido a marcar la cancha. A
mostrar por qué es el candidato, a hacer sentir la localía. Y así empezó a
meterle ritmo y a la Argentina le costó frenarlo y debió recurrir a la falta.
Pasado el primer aluvión brasileño, la Selección empezó a amigarse con la
pelota un poco y así creó los espacios para que Paredes sacara un derechazo
tremendo que se fue apenas desviado.
Bastante controlado hasta que apareció Dani Alves en su
mejor versión, metió sombrerito sobre Acuña, enganche y armó el jugadón que
terminó siendo el gol de Gabriel Jesús.
Y cuando parecía que los brasileños se lo iban a llevar
por delante, apareció la mejor versión de Messi en esta Copa América y la
Selección recuperó protagonismo. Y así fue que dos jugadas que arrancó Leo y
que Agüero casi convierte. Una del Kun, tras un tiro libre del 10, dio en el
travesaño. Minutos después, una apilada del capitán que el delantero del
Manchester City no pudo terminar de aprovechar.
Argentina puso lo que tenía que poner y con su actitud,
parecía que podía complicarle. Messi metió otra en en palo, un centro de Leo se
fue cerca. Las oportunidades se sumaban y no había caso. Hasta que tan jugado
para el ataque, que en una contra, Brasil consiguió el 2-0 con buena jugada de
Gabriel Jesús y definición de Firmino.
El carma de Messi
Ha acudido a cuatro Mundiales y cinco Copas
América. Ha jugado cuatro finales. Y no ha ganado ningún título. Ese es el desolador
palmarés de Leo Messi con
Argentina. Cinco Balones de Oro, todos los récords posibles y decenas de
títulos en el Barcelona, pero la historia con su selección es distinta. Muy distinta. Allí,
entre el chaparrón de críticas que le han acompañado desde su debut en 2005,
jamás ha encontrado su lugar. En la madrugada de este miércoles, tras caer
eliminado en las semifinales de la Copa América ante Brasil, pudo cerrar su
tormentoso capítulo (esta vez de manera definitiva) con la camiseta blanca y
celeste.
La selección brasileña se clasificó para la final de la
Copa América doce años después. La lesión de tobillo de Neymar, en la previa
del torneo, no ha hecho mella en un combinado que no ha recibido ningún gol en toda la
competición. En el Estadio Mineirao, donde en 2014 la
Canarinha vivió el episodio más desagradable de su exitosa historia, Gabriel Jesús y Firmino
acabaron con la aventura de una Argentina que disparó en
dos ocasiones al palo.
Messi cantó el himno a pleno pulmón. Rostro serio. Máxima
concentración. Y es que el reto que estaba a punto de afrontar invitaba a ello.
Por el rival, el máximo rival, por el escenario y por su incansable ansia de
triunfo con Argentina. Un triunfo que se le resiste desde su primera
aparición cuando todavía era un niño y vestía melena.
Se desgañitaba Lionel Scaloni en la banda mientras sus
jugadores se vestían de guerreros. La presión inicial fue asfixiante. La intensidad,
excesiva. Tagliafico vio la amarilla cuando apenas habían
transcurrido siete minutos. El motivo, una patada a Gabriel Jesús que le obligó
a acudir a la banda para cerrar una aparatosa hemorragia en su rodilla
izquierda. Mientras, Coutinho y Paredes se regalaban elogios nariz con nariz,
como si de un pesaje previo a un combate de boxeo se tratara. Y todo eso cuando
el cronómetro todavía no había alcanzado el cuarto de hora. En resumen, el
Superclásico sudamericano.
Entre batalla y batalla, asomó el
fútbol. Y lo hizo de los botas de un Dani Alves de 36
años, al que la edad no le impide seguir dando lecciones de cómo se debe jugar
a esto. Bailó a Otamendi, al que el paso de los años no le ha sentado tan bien,
conectó con Firmino y la jugada finalizó con un remate a bocajarro de Gabriel
Jesús. El primer disparo de Brasil entre los tres palos se transformó en gol.
Argentina se recompuso del mazazo. Amarró la posesión, se
encomendó a su líder y no cesó en su empeño de obtener la igualada. Paredes
avisó desde muy lejos, Agüero se topó con el poste, y él mismo desperdició una
carrera de cuarenta metros de Messi, que por primera vez en todo el partido dejó atrás a Casemiro. El
mediocentro del Real Madrid persiguió al 10, pegado a su espalda, incansable,
atento a todos y cada uno de sus movimientos.
Ya en la segunda mitad, el poste volvió a torturar a la
bicampeona del mundo. Esta vez fue a Messi, negado de cara a gol en esta Copa
América. Solamente ha podido acumular un tanto, de penalti, en el encuentro de
la primera fase ante Paraguay. El portero Alisson Becker, el que fuera su
verdugo en las trágicas noches de Roma y Liverpool, agradeció al poste su aparición tras el disparo
del astro argentino.
Y entonces llegó la sentencia. Gabriel Jesús echó a
correr en el centro del campo, se plantó en el área, y tras dejar por los
suelos a media defensa albiceleste, cedió a Firmino para que el delantero del
Liverpool se limitara a empujarla. Un golpe definitivo para una selección argentina a
la que ya sólo le quedaba la resignación. Scaloni, protesta previa, vio la
amarilla mientras Messi, brazos en jarra, observaba cómo se le escapaba otra
oportunidad.