El 7 de noviembre de 1970, fecha de la que mañana se cumplirán 45 años, se vivió uno de los principales hitos de la historia del boxeo argentino, ya que el santafesino Carlos Monzón consiguió el título mundial al vencer al italiano Nino Benvenuti en la famosa pelea desarrollada en Roma.
El 7 de noviembre de 1970, fecha de la que mañana se cumplirán 45 años, se vivió uno de los principales hitos de la historia del boxeo argentino, ya que el santafesino Carlos Monzón consiguió el título mundial al vencer al italiano Nino Benvenuti en la famosa pelea desarrollada en Roma.
Monzón, quien para muchos periodistas especializados y aficionados del boxeo fue el mejor mediano de la historia, escribió una página de gloria en el pugilismo criollo al noquear al ídolo local y adueñarse de una corona que no abandonaría hasta su retiro en julio de 1977. Un derechazo que llevaba la fuerza propia y la de millones de argentinos que veían la pelea por televisión, con el relato de Ulises Barrera, o la escuchaban por radio, con el color de voz de Hernán Santos Nicolini, derrumbó en el duodécimo round a Benvenuti y lanzó a la fama a un flaco morocho e ignoto, que había llegado a Roma sin que nadie lo advirtiera.
Ese 7 de noviembre de 1970, en el Palazzo dello Sport, Monzón conquistó Italia, el primer paso de lo que luego sería un reinado que se extendió a Europa y los Estados Unidos, una mezcla del glamour de Mónaco, las tardes jubilosas del Luna Park, el encanto de París y el examen del Madison Square Garden de Nueva York. Por entonces, nadie imaginaba la dimensión que iba a alcanzar Monzón salvo su notable y cotizado vencido, que tiempo después tuvo la hidalguía de decir que "subirse a un ring con él era un martirio. Era un boxeador tremendamente efectivo, que iba destruyendo a sus rivales de a poco", señaló por entonces. Un Benvenuti que honró a su doble vencedor (también fue noqueado en la revancha en Montecarlo) al afirmar que el santafesino "era magnífico dentro del ring y un gran hombre fuera de él.
Lo sufrí entre las cuerdas y disfruté de su amistad fuera del boxeo", enfatizó. Poseedor de una fortaleza sin par, no sólo para golpear sino también para asimilar castigo en las escasas veces en que pudo ser conectado, Monzón marcó una época en la categoría y también en el boxeo argentino, como para ser considerado el más importante pugilista argentino de todos los tiempos. Siempre con Amílcar Brusa en su rincón, fue campeón argentino, sudamericano y mundial, corona que defendió en 14 oportunidades, y protagonizó inolvidables duelos con grandes como Jorge Fernández, el citado Benvenuti, Emile Griffith, Jean Claude Bouttier, José 'Mantequilla' Nápoles y Rodrigo Valdéz, entre otros.
Como aficionado debutó el 2 de octubre de 1959 y combatió en 87 oportunidades, con 73 triunfos, 6 empates y 8 derrotas, en tanto que como rentado debutó el 6 de febrero de 1963, realizó 100 peleas (15 de ellas por título mundial), y tuvo un récord de 87 victorias (59 nocauts), 3 derrotas, 9 empates y una sin decisión. Números tan implacables como su andar frío y pensante dentro del ring, siempre en el centro del cuadrilátero para imponer su alcance de brazos y ejercer dominio psicológico sobre su rival. Monzón fue el cuarto boxeador que obtuvo un título mundial para la Argentina, precedido por Pascual Pérez, Horacio Acavallo y Nicolino Locche.
Nació en la más absoluta pobreza el 7 de agosto de 1942 en el barrio La Flecha de San Javier y murió 52 años después, el 8 de enero de 1995, en un accidente automovilístico en el paraje Los Cerrillos, a pocos kilómetros de su pueblo de origen. En esa fecha gozaba de salidas por buena conducta, tras estar en las prisiones de Batán y Las Flores, condenado por la muerte de su última pareja, Alicia Muñíz, en febrero de 1988 en Mar del Plata.
